HIPPOCAMPUS

julio 2020 – tinta color digital 

Ilustración realizada para la revista Principia 

Texto de Pablo Izquierdo, “El búmeran de neuronas (hacerse viejo) “

—Que no, mamá, ya te lo dije ayer. Oye, venga, que al final llego tarde al colegio. Sí, sí, luego te digo algo. Venga. Adiós, mamá. Te quiero.

Son las cinco menos siete minutos de la tarde. Cuelgo a mi madre y cierro de un portazo mientras me lanzo escaleras abajo. Sé que mi hijo ya es mayor, pero me sigue gustando recogerle de clase y charlar con él un rato de camino a casa. Mi madre, sin embargo, me pone de los nervios. Últimamente hay que repetirle todo una y otra vez. Imagino que también cuesta hacerse viejo. Se te olvidan las cosas y la gente te toma por idiota.

—¡Campeón! ¿Qué tal hoy el cole, bien? —Bruno y su mochila roja acaban de emerger de un batallón de niños en la salida del colegio.
—¡Hola, papá! Sí, pero el idiota de Diego me ha tirado el bocadillo al suelo mientras jugábamos en el recreo. Le he dicho que se le ha vaciado el cerebro porque le han emigrado todas las neuronas de lo tonto que es.

Me río. «Emigrado», dice… Qué cosas tiene este niño.

—Oye, papá, ¿cómo se llenan los cerebros?
—Bueno… —reconozco que esa pregunta me pilla desprevenido; hoy Bruno ha salido transcendental del colegio y yo necesito otro café—. Las neuronas nacen todas muy apretadas, cuando el cerebro es pequeño como una nuez. Pero luego, según maduran, se descuelgan del resto y van trepando hacia otras partes para llenar poco a poco todo el cerebro de neuronas. Dependiendo de dónde acaben, están las que se encargan de la memoria, las que controlan las emociones, las que toman decisiones… Es igual que con los niños: De bebés os parecéis todos mucho, pero en el cole vais creciendo y os hacéis muy distintos con los años.
—Sí, superdistintos: Mira, a Laura le gusta mucho el color rojo, como a mí. A Marc le gusta más el azul, pero se le da muy bien cantar y Álex prefiere las mates. —Miro a mi hijo, que sonríe porque Álex es su mejor amigo.

—Y a ti te encanta bailar.

Él sigue sonriendo y levanta la cabeza con orgullo. Mientras le descoloco el pelo, yo pienso en lo que acabamos de decir. Bruno tiene razón: Al final, las neuronas son como los niños. Van madurando poco a poco, haciendo cosas diferentes, y un día salen del colegio para escalar alto y tratar de comerse el mundo.

—¿Y después?
—¿Después?
—Si siguen naciendo más y más neuronas, ¿mi cerebro va a explotar cuando sea muy mayor y van a salir todas disparadas? Así, mira: ¡Pam!

Por el tono de su voz y por la mueca que hace, no tengo claro si esa idea le aterra o le encanta. A veces mi hijo me da miedo.

—No, Bruno, tú tranquilo, que no te va a explotar. Cuando seas mayor ya no vas a fabricar casi ninguna neurona más.
—¿Cómo que casi?
—Bueno, porque hay algunas partes del cerebro que sí que siguen fabricando más neuronas.
—¿Toda la vida?
—Toda la vida. Mira, hundido en medio de tu cerebro, hay un búmeran pequeñito formado por una hilera de neuronas, muy pegadas entre ellas. Ahí, todo el rato, siguen naciendo nuevas neuronas.
—¡Qué guay, un búmeran de neuronas! Entonces, ¿la abuela tiene más neuronas que tú porque es más vieja y ha fabricado más en su búmeran?

No sé si es una pregunta de verdad o solo quiere insinuar que su abuela es más lista que yo (que lo es, pero esa es otra historia). Lo miro ,y efectivamente, tiene una ceja arqueada y esa sonrisa que pone cuando quiere tomarme el pelo. Pero estoy sin merendar y no quiero devolvérsela en ayunas, que luego me gana.

—No, cariño. ¿Te has dado cuenta de que la abuela se olvida de algunas cosas últimamente?
—Uf, ¡todo el rato! El otro día estuvimos un montonazo de tiempo buscando un libro que había perdido y, ¿sabes dónde lo tenía? ¡Lo tenía debajo de la almohada! ¿Eso es porque la abuela se ha aburrido de fabricar neuronas? Suena difícil, y la abuela dice que se cansa hasta cuando sale de paseo. —Nos reímos.
—Puede que sea eso, sí. Cuando te vas haciendo viejo, el cerebro se va agotando, como las piernas de tu abuela. Ya se empieza a olvidar de algunas cosas y casi no puede fabricar neuronas, ni siquiera en ese búmeran.

Giramos la esquina y ya hemos llegado al portal. Bruno me pasa su mochila.

—Bueno papá, me quedo jugando al tiktok con Laura, luego subo a merendar.

Laura se ha cambiado de colegio este año, pero sigue siendo amiga de Bruno y pasan casi todas las tardes juntos en el parque de debajo de casa.

—Vale, no estéis mucho rato. Oye, y mucho cuidado con el tiktok, ¡eh!

Pero él ha salido embalado y ya ni me oye. Subo al piso y voy directo a la cocina. Ya es tarde para ese café, me tomaré un par de mandarinas. ¿Qué narices es el tiktok? En fin. Cuesta hacerse viejo.

 

 

Pablo Izquierdo

Bibliografía

Boldrini et al. 2018. Human hippocampal neurogenesis persists throughout aging. Cell Stem Cell 22(4): 589-599.

Budday, Steinmann & Kuhl. 2015. Physical biology of human brain development. Frontiers in Cellular Neuroscience 9: 257.

Moreno-Jiménez  et al. 2019. Adult hippocampal neurogenesis is abundant in neurologically healthy subjects and drops sharply in patients with Alzheimer’s disease. Nature Medicine 25: 554-560.